viernes, 5 de agosto de 2016

Capítulo 5

Presentaciones

Después de aquella noche no volví a hablar con Treena, ni con Tom, ni con ninguno de mis "amigos". 

Tras las vacaciones de invierno al menos tenía el instituto para entretenerme. Nunca me había gustado especialmente, pero era mejor que estar encerrada entre cuatro paredes hasta deprimirte. Uno de esos domigos en los que debería estar haciendo deberes Molly me convenció para ir al mercado, un sitio no muy lejos de nuestra casa donde se podía encontrar todo aquello que necesitaras.

Pasamos por los puestos de vistosas frutas, olorosas especias y por último por una preciosa floristería. A Molly le encantaban las flores, así que solo acepté a entrar si me dejaba regalarle unas.

Nada más entrar en la tiendecilla el olor del polen hinundaba tus pulmones, los renovaba de nuevo oxígeno y te llenaba la vista con sus alegres colores. Por alguna razón me sentí feliz. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.

Finalmente me decanté por unos narcisos. Cuando me dirigí al mostrador para pagar una mujer se giró, casi tirando mi maceta.

— ¡Ay! Lo siento, lo siento mucho. No pretendía...— dejó de hablar al mirarme a la cara. Me escrutó durante unos segundos, como si meditara algo, lo que me molestó un poco.— Tu eres... tu eres Kailyn Sunfield, ¿no?
— Si. ¿Te conozco? — pregunté tras asegurarme de que no la conocía.
— Uy, perdona. Me llamo Luna, Luna Oldwood.

Me sonaba. La observé: su tez blanquísima, algo roja, como si hubiese estado algunos minutos demasiado expuesta al sol, aquellos ojos azules y la rebelde melena pelirroja. Luna Oldwood, la domadora natural. 

— He escuchado que no sigues montando, y lo entiendo. Tuvo que ser muy duro. La muerte de un caballo siempre es como la muerte de una parte de ti, pero es inevitable.— en su rostro se dibujó una breve sonrisa amarga, como si supiese lo que se siente. Hubo una pausa.— Entiendo que no quieras volver a montar, pero me gustaría invitarte a que vengas a mi granja. Está a las afueras del pueblo, en las colinas del norte. Podrías venir, aunque sea solo a mirar. Puede que sea divertido.— noté como la mirada de Molly me traspasaba, como le encantaría que mostrara interés (y no voy a negarlo, tenía curiosidad). Antes de poder decir nada Luna buscó en el bolsillo de su abrigo una tarjeta y me la entregó.— No hace falta que respondas ahora. Tienes el tiempo que necesites.

Desapareció junto a su brillante sonrisa mientras su presencia seguía presente, al igual que aquella idea en mi mente.

"Luna Oldwood,
Granja Galopando libre, Colinas del Norte."

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